La situación interna de Perú 2025 es compleja, con desafíos políticos, económicos, sociales y de salud que tienen implicancias a nivel nacional e internacional.
- Alfredo Arn
- 8 feb
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Perú enfrenta una crisis política crónica, caracterizada por la inestabilidad gubernamental, con seis presidentes en ocho años. Esta situación ha generado un vacío en la implementación de políticas públicas efectivas y ha debilitado la confianza ciudadana en las instituciones. La constitución de 1993, que permite la disolución del Congreso y la destitución presidencial, ha sido utilizada con frecuencia, lo que ha llevado a una sucesión de gobiernos de transición sin estabilidad política.
La inestabilidad política peruana afecta su imagen internacional, desincentivando la inversión extranjera y limitando su capacidad para liderar iniciativas regionales. Además, la falta de consensos internos dificulta la implementación de acuerdos internacionales y la participación efectiva en organismos multilaterales.
A pesar de mantener indicadores macroeconómicos relativamente estables, como una inflación controlada y una deuda pública manejable, Perú enfrenta desigualdades regionales profundas. La pobreza aumentó del 27.5% en 2022 al 29% en 2023, afectando principalmente a las regiones de la sierra y la selva, donde persisten carencias en servicios básicos, educación y salud.
La dependencia de las exportaciones de materias primas, como el cobre, expone al país a los vaivenes del mercado internacional. Además, la falta de diversificación económica limita su competitividad global y su capacidad para atraer inversiones en sectores de alto valor agregado.
La pandemia de COVID-19 exacerbó las debilidades en los sistemas de salud y educación. Aunque el Banco Mundial ha apoyado con préstamos para mejorar estos sectores, persisten desafíos como la desnutrición infantil, la falta de acceso a agua potable y la baja calidad educativa, especialmente en zonas rurales.
La fragilidad del capital humano peruano limita su capacidad para integrarse plenamente en la economía global. Además, la falta de avances en estos sectores puede afectar la cooperación internacional, ya que los organismos multilaterales priorizan países con mejor desempeño en desarrollo humano.
Perú ha mantenido una política exterior basada en el respeto al derecho internacional y la integración regional. Sin embargo, la crisis interna ha limitado su capacidad para proyectarse como un líder regional. La falta de una agenda clara y consensuada dificulta su participación efectiva en foros internacionales y su capacidad para atraer inversiones estratégicas.
La inestabilidad política y económica reduce la credibilidad de Perú como socio confiable en acuerdos comerciales y alianzas estratégicas. Esto puede afectar su posición en organismos como la Alianza del Pacífico y la Comunidad Andina.
Para abordar estos desafíos, se proponen las siguientes posibles soluciones:
Reformas institucionales: Fortalecer las instituciones y promover una reforma constitucional que garantice mayor estabilidad política y gobernabilidad.
Diversificación económica: Impulsar sectores como la tecnología, la agroindustria y la transición verde, aprovechando recursos como el litio y el cobre para atraer inversiones sostenibles.
Inversión en capital humano: Mejorar la calidad de la educación y la salud, especialmente en zonas rurales, con apoyo de organismos internacionales como el Banco Mundial.
Reducción de desigualdades: Implementar políticas públicas focalizadas en las regiones más vulnerables, como Loreto y Ucayali, para mejorar el acceso a servicios básicos y oportunidades de desarrollo.
Política exterior activa: Establecer una agenda exterior clara y consensuada que promueva la integración regional y atraiga inversiones estratégicas, fortaleciendo la imagen de Perú en el escenario global
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